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29/6/08 España - Alemania
Un grandísimo campeón de Europa
1-0, Torres decidió la final con un magnífico gol, que rubricó la incontestable superioridad de España sobre Alemania.
La selección española selló su soberbia actuación en la Eurocopa 2008 con una merecida victoria ante Alemania, que ponía broche a su presencia en el torneo premiándole con su segundo título continental. Después de 44 años de larga espera los jugadores españoles levantaron el trofeo que se habían merecido más que nadie. España alcanzaba así la cumbre del fútbol europeo algo, que hoy nadie puede discutirle porque fue de principio a fin del torneo el mejor equipo de todos, el que más juego y futbol ofreció, el que más goles marcó, el que cuenta con el máximo goleador, Villa, que por lesión no pudo jugar la final. La incontestable victoria de España no ofreció duda alguna, así fue reconocida y así tuvieron que admitirlo los alemanes que nunca pusieron en apuros a Casillas. El título cierra una etapa pero abre otra sumamente halagüeña en vista de la actitud y calidad de los jugadores.
A los 32 minutos de partido, con España ya franca dominadora Xavi Hernández, metió un largo balón en profundidad al que aparentemente no podía llegar Fernando Torres. De la fe del “Niño” en estas situaciones ya saben algunos. Ahora también Lehmann. Torres se peleó por el balón, alcanzó a tenerlo a tiro y cuando salía Lehmann, le batió. Antes de esta acción el guardameta alemán ya había sido sobresaltado en un par de ocasiones con disparos de Cesc y con un cabezazo de Torres al poste (22’).
El partido había cambiado diametralmente por entonces. Alemania salió hecha una furia con balones largos pero ése acoso duró diez minutos y ni antes ni después Casillas fue puesto a prueba. Cuado los españoles se dieron cuenta de que el león germano era grande, pero inofensivo, entró en acción la maquinaria formidable del medio campo español.
Frente al imperio de la fuerza, que era lo que tenia Alemania, España impuso el toque y con el toque causó estragos como era de esperar a su adversario. El gol, fruto de una acción más de contragolpe que del dominio de los españoles provocó un roto en la moral de los alemanes y en su afición tres veces superior a la española. Cuando Xavi se encontró con el balón, halló apoyo en Cesc y combinó con Iniesta, los tremendos defensores alemanes fueron pasto del recorte, la finta, el quiebro, la técnica y la habilidad en suma, que no son virtudes que ellos prodiguen. Su fútbol es otra cosa.
España no cambió los aspectos de su juego tras el descanso y no tenía que hacerlo pues era dominadora clara de la situación. Era una cuestión de talento sobre todo, de saber qué hacer con el cuero en los pies, de tocar, pasar y apoyar. Ahí, Alemania no supo contrarrestar al mejor medio campo del Campeonato, salvo en algunas rachas aisladas de furia más que de otra cosa, Alemania se limitaba a ver como el balón pasaba de un jugador español a otro sin posibilidad de evitarlo. Ninguno de los talentos germanos estuvo a la altura de lo que el partido requería para ellos por un razón bien sencilla: había que jugar como España y no podían hacerlo.
Al contragolpe, España dispuso, como en todos los partidos del Torneo, de claras ocasiones de marcar. La técnica y el cerebro se imponían de nuevo al físico y al corazón. Es lo que suele pasar cuando quien es dueño del esférico sabe ejecutar perfectamente todas las suertes del futbol. La poderosa Alemania quedó reducida a lo que le permitiera la voluntad, pero con voluntad solo no se ganan los partidos, ni, mucho menos, las finales.
El segundo título europeo conquistado por España y que tanto nos ha costado recoger es la expresión de un grupo formidable, que siempre ha sabido estar a la altura de lo que requerían los partidos, que ha ido siempre a más y que no se ha achicado ante nada y ante nadie porque sabía que jugando como quiere y como puede no hay nadie en Europa en estos momentos que le tosa. Este grupo ya ha hecho historia y nos ha deparado a todos un Europeo inolvidable.
Ficha técnica
Alemania 0 - España 1 (Torres)
Alineaciones
Alemania: Lehmann; Fiedrich, Mertesacker, Metzelder, Lahm; Frings, Hitzlsperger ; Schweinsteiger, Ballack, Podolski; Klose.
España: Casillas; Sergio Ramos, Puyol, Marchena, Capdevila; Senna; Iniesta, Xavi, Cesc, Silva; Torres.
Cambios
Alemania - Jansen por Lahm (46');Kuranyi por Hitzlsperger (58'); Mario Gómez por Klose (79').
España: - Xabi Alonso por Cesc (63'), Cazorla por Silva (66') ; Güiza por Torres (78')
Goles
0-1 (33'): Balón en profundidad de Xavi a Torres, que supera a Lahn y gol.
Árbitro
El italiano Roberto Rosetti (Italia). Amonestó a Casillas (43'), Ballack (43'), Fernando Torres (74') y Kuranyi (87').
Estadio
Ernst-Happel. Lleno. 10.000 seguidores animaron a España aunque fueron clara minoría con la relación de seguidores alemanes. Sin embargo susgritos de alieto no cesaron nunca. Presidieron el partido los Reyes de España, junto al presidiente del Gobierno José Luis Rodriguez Zapatero y la jefa del gobierno alemán Angela Merkel.
26/6/08 ESPAÑA-RUSIA
España se repuso a la adversidad de la lesión de Villa (33’) con una segunda mitad inolvidable y un contragolpe mortífero que Rusia no pudo frenar.
Todos los jugadores rayaron a gran altura, todas las líneas funcionaron a la perfección, fue como un sueño hecho realidad.
Pasaban tres minutos de la primera media hora del partido cuando David Villa pidió el cambio. El “Guaje” se puso la camiseta sobre el rostro para ocultar su disgusto. España perdía en ese preciso momento a una de sus dos grandes bazas ofensivas, el máximo goleador de la Eurocopa, un cuchillo inevitablemente necesario para forzar la defensa de Rusia. El futuro del equipo parecía en peligro y ante ello Luis decidió ejecutar una acción maestra: se habían dado ciertas muestras de debilidad en la medular y se precisaba un retoque. No era el deseable, pero algo había que hacer. Salió Cesc y el chico del Arsenal acabó convirtiéndose en uno de los puntales de una noche gloriosa. Alivió, primero, a Xavi e Iniesta y, después, facilitó con dos pases soberbios dos de los goles de España. Luego el técnico habría de tomar alguna otra decisión aparentemente inesperada, pero perfectamente lógica, como la de sustituir a dos fundamentos del equipo, Xavi, autor del primer gol, y Torres, infatigable toda la noche, para darles aire, pensando ya en lo que se veía venir, ni más ni menos que la tercera final de una Eurocopa.
Rusia probó a modificar su medicina ante España, tras el varapalo del primer encuentro. No suele haber mejor aviso para remediar males que haberlos probado en propia carne. La noche del comienzo europeo para España y Rusia, Villa y sus chicos se desembarazaron de los jóvenes de Guus Hiddink con un contundente triunfo. Rusia no cometió aquella tarde noche nada más que dos errores, pero ambos muy graves: permitió que España tuviera el balón en su poder, si es que no quitárselo puede considerarse un error, y España se puso en ventaja. Cuando decidió equilibrar el choque lo persiguió ciegamente. El contragolpe de la tropa de Luis Aragonés los machacó. Volvió a ocurrir por segunda vez, ahora en Viena y no en Innsbruck, en cuanto Rusia se encontró en desventaja.
Conocido los males que podían afectarle en el segundo partido, con tres ya ganados, Rusia respondió de manera radicalmente distinta en la semifinal y hasta que encajó el primer tanto. Buscó el balón de salida, imprimió un ritmo frenético a su fútbol y no dio reposo alguno ni a Xavi ni a Iniesta. La consecuencia fue doble: Rusia mermó sensiblemente las fuentes de producción de juego de España, pero su capacidad para sorprender con algún corte fue mucho menor. Atacó más que en la presentación de ambos en Innsbruck, pero sus ofensivas fueron más previsibles. Casillas no sufrió más apuro serio que un disparo en parábola de Pavlyuchenko que pareció tocar ligerísimamente con los dedos, córner que no concedió el colegiado, y un empalme fallido media hora más tarde.
La primera mitad del partido no tuvo dominador claro, aunque España, que llegó con menos velocidad que Rusia, remató más: una media vuelta con el balón en la bota derecha de Torres, que no acabó como pensaba; un remate en plancha de Sergio Ramos a un balón paralelo y un tiro lejano de Villa, que se sacó de encima como pudo el portero ruso. Todo o casi todo, menos el paralelo, lo controló el guardameta Akinfeev sin problemas. Los problemas estaban en otras zonas y eran similares para ambos equipos: tratar de controlar el balón y jugarlo con la serenidad precisa para descontrolar al adversario. A los 34 minutos uno de esos incidentes imprevisibles vino a cambiar el signo del partido, la lesión de David Villa, máximo goleador de España y del Torneo, y verdugo de los rusos en el debut.
Esta vez, Luis no optó por una sustitución natural, la del asturiano por otro atacante, Güiza. La presencia de Cesc daba a entender que el seleccionador deseaba reforzar más el medio campo aún a riesgo de perder capacidad ofensiva. La ausencia de un goleador en racha es de lo peor que le puede pasar a un equipo y fue a pasarle a España en un momento crucial. A cambio de ello, el equipo ganó presencia en la zona ancha y empezó a tocar mejor. Naturalmente, ésa nunca habría sido la opción deseable. Pero había que aceptarla. Rusia llegaba ya con menos cadencia que en la primera fase del primer tiempo.
La cuestión no era como compensar la ausencia de un jugador definitivo en el área rival, sino como conjugarla ayudando a Torres, que iba a quedar varado entre los zagueros rusos. Una pérdida de tales características sólo puede calificarse de fatal. Es como si un mal fario persiguiera al equipo en momentos dulces. Sin el “Guaje”, España se vio obligada a reconstruir inesperadamente su guión. Por fortuna, la defensa estuvo impecable, a Arshavin se le vio menos de lo que los rusos deseaban y su martillo por la izquierda, Zhrikov apareció contadas veces. Pavlyuchenko, no; éste anduvo siempre con la caña de pescar.
A los 50 minutos, dos de los mediocampistas españoles con más peso específico en el equipo, Iniesta y Xavi Hernández, liberados del monopolio de la creación por la presencia de Senna y Cesc, armaron una jugada por la izquierda. El listísimo Iniesta llegó al bordea del área, se giró, vio un espacio, metió uno de esos balones paralelos que tanto odia el guardameta Akinfeev, seguro en casi todo menos en esa faceta, y por allí apareció Xavi Hernández para fusilarle. A los 62 minutos, un contragolpe de Sergio Ramos fue rozado con el flequillo por Torres. Quizás habría resultado definitivo. No tardaron en verse los efectos.
Esa diana de Xavi fue demoledora para los rusos. Un golpe brutal. De los que es difícil reponerse y, de nuevo, como en el primer partido, Rusia volvió a caer en el mismo y fatídico error: se abrió, perdió la serenidad y el sitio y una maniobra genial de Luis Aragonés acabó de romper sus esquemas: el seleccionador sustituyó a dos de los ejes de la nacional, Xavi y Torres, que habían dado todo lo que llevaban dentro y para reservarlos en una decisión que pudo sorprender, pero también plenamente justificada. Apenas unos minutos más tarde, España enhebró otro contraataque mortal como la noche del primer partido, acción que concluyeron magistralmente Cesc y Güiza. Al pase soberbio de aquél respondió éste parando el balón con el pecho para batir otra vez al sorprendido Akinfeev.
Si un gol siempre es una losa, dos supusieron la ruina moral de Rusia. Todo volvió a los esquemas del primer encuentro, lo que dice muy poco del rigor y entereza de los rusos y de su capacidad para afrontar situaciones adversas. Pero dice mucho más de las de España, que se ajustó a la acción ya conocida con una capacidad magistral para contragolpear pues eso fue, en definitiva, lo que hizo ante un rival al que deshizo, olvidado fatalmente para él su exhibición ante Holanda. A los 80 minutos, una nueva contra de España acabó de forma tan espléndida como las anteriores: Iniesta, situado en banda izquierda, lanzó en profundidad a Cesc, que avanzó paralelo a la banda. Cesc se acercó al área y vio a Silva en el eje, le envió el balón y éste en lucha con un defensa marcó por bajo. Por si había dudas.
España hizo un partido mágico partido, que su rendida afición celebró por todo lo alto, ajena al agua que caía, otro partido de los que se quedan para grabar, de los que se repasarán años y años tanto por lo incuestionable y trascendental de su resultado, que conduce a la tercera final del Europeo, como por las decisiones que se tomaron para reconducirlo cuando la lesión de Villa puso en entredicho la posibilidad, seria entonces, de ganarlo.
Pero así gana ésta España. Hasta ahora a todos y a todos con una solvencia enorme.
22/6/08 ESPAÑA-ITALIA
La selección derrotó (4-2) a Italia en la tanda de penaltis, pero debió hacerlo en el tiempo reglamentado, en el que superó al campeón del mundo.
Dos paradones de Casillas a lanzamientos de De Rossi y Di Natale meten a España por tercera vez en semifinales de una Eurocopa
Hay partidos que nunca se olvidan. Son ésos que causan enormes alegrías, los que llevan a los títulos, los que consagran a los mejores. Son partidos que se quedan en la retina de la gente por lo que suponen. El que enfrentó a España e Italia en el Ernst-Happel de Viena será uno de ellos. Como el de Inglaterra en Río, como el de la Eurocopa del 64, como el de la goleada a Malta, como los jugados ante Alemania, Dinamarca y Francia en 1984… Hay muchos, pero éste será uno de ellos, porque el dramatismo duró hasta más allá del minuto 120, en la lotería de los penaltis, cuando Casillas, después de atajar memorablemente el que lanzó De Rossi para el 2-2, volvió a detener el que tiró Di Natale para el 3-3, después de haber errado Güiza y marcar antes que él Villa, Cazorla y Senna. Cesc no perdió la oportunidad del 4-2 y entonces estalló el estadio y la felicidad de los españoles se desbordó en el campo y fuera de él. Se había roto una larga e injusta sequía ante Italia y España se metía en semifinales, de nuevo contra Rusia. Una victoria memorable, de las que dejan huella, justísima, fuera cuando fuera, porque el equipo se desbordó de entusiasmo, de fe, de gallardía, de todo. Tenía razón Luis: el grupo se lo merece.
Jugar ante un campeón del mundo obliga a tomar precauciones. Es lo que aconseja la lógica y no puede ser de otra manera. Italia lo es porque ha sabido ganárselo en razón a un fútbol de calidad, al que suma una experiencia acreditada. Italia no es campeón del mundo de regalo y así lo entendieron, y lo entendieron bien, los jugadores españoles, que durante la primera mitad del primer tiempo decidieron congelar el balón, hacer correr a la “squadra azzurra”, obligarla, en resumen a algo tan árido, desagradable y físicamente costoso como lo es perseguir el balón que va y viene. Sus años y el calor añadieron leña al fuego que encendió Luis, el de un juego pausado, reiterativo, de control casi absoluto del esférico y del campo, salvo en el primer cuarto del primer período, que fue cuando asomó el campeón del mundo.
El dominio del esférico es cuestión primordial para el equipo de Luis, ya lo sabemos y lo es más allá de otras razones. Tenerlo ante Italia era fundamental para minar sus fuerzas, para que no pudiera accionar con él y a eso jugó España para desesperación de los campeones del mundo, que tras la fase inicial de dominio decidieron replegarse en busca de algún contragolpe que permitiera accionar a Luca Toni. A España le costó encontrar vías de sorpresa, porque las dos cosas, tener el cuero y desplazarlo con suma rapidez para aprovechar el fútbol de sus puntas, no podían ir aparejadas. Cuando Italia remitió en sus ansias de buscarle las vueltas a Casillas, siempre por banda izquierda con Grosso, Cassano y Toni, la selección de Luis halló las rutas que perseguía y más cuando Silva pasó a banda derecha e Iniesta, a la izquierda. Fue la conjunción de esos astros la que causó mayores angustias a Buffon de las que pasaría Casillas durante tres cuartos de hora y a quien sólo sobresaltó un centro de Cassano, que cabeceó Rossi y que despejó un hombro de Marchena. Dos disparos de Villa y otro de Silva, atajados todos por el excelente guardameta italiano dejaron huella de la igualdad en el marcador y de la leve superioridad española en la primera mitad del choque.
Los datos de ése tiempo fueron reveladores: España tuvo el cuero en sus pies en un 58% de los 45 minutos disputados, que es de suponer que era lo que el seleccionador deseaba. Al tenerlo, dispuso de más llegada y de más remate, y si bien ése fútbol no le permitió demasiadas alegrías ni les dio espacios a Torres y Villa si se los proporcionó a los volantes. El canario Silva fue el que tuvo más presencia en las inmediaciones del área, pues dentro era imposible hallar huecos. A pesar de ello, Italia tampoco encontró respuesta por los caminos del contragolpe. Toni fue generalmente bien sujetado y Cassano fue diluyéndose con el paso de los minutos. Italia jugó, prácticamente, sin banda derecha, pero España no se perfiló en exceso por ésa zona. Prefirió tener el balón y no arriesgarse.
El partido tenía todo el aspecto de que un gol podría ser definitivo. No lo tuvo lejos Silva, que a los 49 minutos se encontró con un rechace defensivo de Panucci que golpeó en Chiellini y que no pudo aprovechar Silva. Italia decidió, como en los primeros minutos del primer tiempo, que a España sólo podría vencerla si salía de la guarida y lo hizo. Fue una trampa en la que cayó, porque permitió que empezaran las galopadas de Villa, que se encontró con buenos balones que aprovechar. No lo hizo en dos ocasiones, pero eso permitió ver la otra cara de España, la que tan buenos resultados le había dado ante Rusia y Suecia y, naturalmente, eso animó el cotarro.
A la hora justa de partido, inmediatamente después de los cambios, Italia dispuso de su mejor ocasión de un partido al que había metido otra velocidad. El balón rondó el área de Casillas, tras una acción por la izquierda de Cassano, pero el remate final de Camoranesi lo sacó providencialmente Iker. La presencia de Cazorla y Cesc avivó el juego español, que ya no tenía tanto el balón, en lo que era una copia de otros partidos, sencillamente porque el tiempo se iba agotando y se hacia preciso encontrar un agujero en la zaga italiana y en el seguro Buffon. El partido se equilibró ofensivamente hasta la entrada en la segunda mitad del segundo período, en el que los de Luis volvieron a tomar la iniciativa. El campeón del mundo había renunciado a su refugio y, así, a Villa y Torres se les dieron más metros. Pero el gol, sin embargo, estuvo en pies de Senna, que a los 80 minutos lanzó un lejano derechazo, el balón se le escapó a Buffon, golpeó en su poste izquierdo y fue de nuevo a las manos del guardameta italiano, en una acción más de la fortuna que suele acompañarles ante España. Era la ocasión buscada y habría sido el premio a la constancia de la selección, al no tenerle miedo al adversario, a su coraje, aún desde la premisa del control del balón, a su seguridad defensiva, a su trabajo en la zona vital del centro. Habría sido también el premio al enorme partido de Senna.
A falta de seis minutos para concluir el tiempo reglamentado, Luis sentó a Torres, que había sufrido un tremendo desgaste. No tuvo miedo el seleccionador a lo que pudiera pasar. Sacó a otro ariete auténtico, Güiza, en una clara intención de ganar el encuentro. El seleccionador podría haber optado por contemporizar, pero no lo hizo. Eso demuestra su talante. El dominio español no se tradujo en nada práctico y se alcanzó la prórroga, probablemente nada para los méritos del equipo, que había demostrado que podía frenar, tutear y superar al campeón del mundo. Güiza, Silva y Cesc, todos en la misma acción, pudieron batir a Buffon (92 minutos), pero también Toni a Casillas a los 95, que se lució sacando un cabezazo que entraba. Como en todas las prórrogas, el choque había entrado en una dinámica suicida. Suicida, pero, desde luego, obligada. Villa se topó con Buffon a los 110 minutos. El duelo había adquirido ya los caracteres épicos de un partido con los dos equipos extenuados. A los 119 minutos, un izquierdazo de Cazorla confirmó la grandeza del equipo. No sirvió para evitar los penaltis, pero sí para dar prueba de la gran talla del equipo.
Las penas máximas resolvieron el partido. Fue un drama en el que se impuso el temple y en el que Casillas puso la rúbrica con dos paradones también inolvidables. Marcó Villa (1-0), empató Grosso (1-1),volvió a adelantar a España Cazorla (2-1), Iker desvió el que ejecutó De Rossi (2-1), amplió la ventaja Senna (3-1), marcó Camoranesi (3-2), Buffon se lo paró a Güiza (3-2), pero también Casillas a Di Natale (3-2), y Cesc cerró la cuenta con el quinto de España (4-2) final.
Así se cerraba una jornada histórica. De las que ponen la piel de gallina, de las que desbordan las lágrimas de los aficionados, de las que jamás se borran del cerebro. Llevábamos muchos años esperándola, 88. No podíamos esperar más.
19/6/08 GRECIA-ESPAÑA
Pleno y a pensar en la 'vendetta'
España tuvo que apelar a la épica para lograr el pleno de triunfos en esta primera fase de la Eurocopa y llegar a tope de moral al decisivo encuentro del domingo ante Italia. Luis tiró de los menos habituales ante Grecia y éstos no le defraudaron. Les costó, es cierto, pero acabaron pasando por encima de los griegos y demostrando que la Roja tiene otras variantes además de su once titular.
El encuentro arrancó un poco frío. Parecía que los jugadores eran conscientes de que no había nada en juego y, como si de un pacto de no agresión se tratara, se respetaban excesivamente. Los vigentes campeones de Europa querían despedirse dando una alegría a su decepcionada afición, pero los nuestros no estaban por la labor de hacer muchos regalos, así que esto se traducía en un partido plano y trabado. Sólo Xabi Alonso y Cesc, los mejores del encuentro, parecían dispuestos a cambiar el ritmo. El vasco, que lo mereció toda la noche, se fue sin el premio del gol. Primero lo intentó desde su campo, viendo adelantado a Nikopolidis, que se pegó un costalazo de cuidado intentando evitar el espectacular gol. Como a Pelé, la gloria se le resistió a Xabi y el balón salió rozando la cruceta. A continuación, lanzó lamiendo el palo una dejada de Cesc.
Sin embargo, los griegos sobrevivieron al ataque español y pegaron su zarpazo a tres minutos del descanso. Karagounis colgó una falta al área y Charisteas cabeceó espléndidamente picado para batir a Reina. Demasiado premio para la mediocridad helena.
España regresó de los vestuarios dispuesta a dar la vuelta al marcador y lograr esa espectacular marca de nueve triunfos seguidos. Y volvió a ser Xabi Alonso quien lo acariciase. El vasco lanzó un obús desde veinticinco metros que se estrelló con tremenda violencia contra el palo de Nikopolidis.
Cazorla revoluciona el encuentro
Luis dio entrada a Cazorla para meterle una marcha más al partido y se notó. Tal era el dominio español que el empate se trataba de una cuestión de tiempo. Y así fue. Cesc se sacó de la chistera un pase maestro al desmarque de Güiza dentro del área, éste la dejó de cabeza a la llegada de De la Red y el getafense le dio con todo para doblar los guantes de Nikopolidis y destrozar las redes griegas. Se hacía justicia.
Charisteas gastó la última bala griega en un desmarque dentro del área que acabó con un disparo sin ángulo contra el palo y el lateral de la red de Reina. Ahí se acabó Grecia.
España acumuló hasta cuatro ocasiones de Güiza y Sergio García hasta llegar al gol salvador. Los dos se asociaron para descerrajar el cerrojo heleno. El zaragocista sirvió con la zurda y el bermellón se desmarcó para machacar de cabeza a Nikopolidis. La celebración hacia su hijo y el mítico arquero culminaban la remontada española.
Ahora toca 'vendetta'. Esperemos que se repitan los tres últimos finales de esta Euro 2008.
14/6/08 SUECIA-ESPAÑA
Otro premio del Príncipe de Asturias
Villa, otra vez el Guaje. Esta Eurocopa parece predestinada para el nuevo Príncipe de Asturias. Un gol suyo en el 92' coloca a España en cuartos como primera del grupo D después de la derrota griega ante Rusia. Sudamos la victoria, pero el sufrimiento mereció la pena. El Pichichi de la Eurocopa evitó un empate que los suecos habían firmado con su rácana actitud en el segundo tiempo. La Roja ya puede pensar en el rival de cuartos.
El duelo ante los suecos se puso pronto de cara. Fernando Torres se reivindicaba con un gol de los suyos. Jugada de estrategia espectacular con saque en corto de Xavi para Villa dentro del área, el asturiano tocaba de primeras a la frontal para Silva, que la servía envenenada para que el 'Niño' se adelantara con la puntera y desviara ante la sorpresa de Isaksson, que se quedó paralizado.
Sin embargo, como ante Rusia, no supimos parar el encuentro con el gol y en la siguiente jugada Elmander pudo empatar. El sueco entró hasta la cocina ante la pasividad de la zaga y disparó al lateral de la red con todo para marcar. El susto no nos hizo reaccionar y un gran pase de Ibrahimovic, el mejor de los suecos, dejó a Larsson solo ante Casillas, pero el ex azulgrana picó en exceso. Las lagunas defensivas nos traían de cabeza, en especial las de Sergio Ramos, que firmó uno de sus peores partidos con la Roja. Quizás las continuas correcciones de Luis le hayan hecho perder la concentración.
Ibrahimovic iguala el encuentro
Y tanto iba el cántaro a la fuente... que Ibrahimovic lo rompió. Un gran centro de Elmander permitió al gigantón intentar un remate fallido, pero el esférico se le quedó a placer, Zatlan aprovechó un nuevo error de Sergio Ramos, que se tiró al suelo inexplicablemente, para soltar la pierna y Casillas no detuvo el balón raso que acabó en las mallas.
La empanada española duró hasta la prolongación de la primera parte, cuando el árbitro holandés Vink, que había sido muy permisivo con la dureza sueca, se erigió en protagonista. El colegiado se hizo el sueco en un clarísimo penalti de Elmander sobre Silva, al que arrolló sin intención de jugar el balón cuando el canario iba a rematar. Y para colmo señaló el final del primer tiempo cuando el propio Silva centraba al área.
El regreso de los vestuarios cambió el escenario. La rodilla de Ibrahimovic no aguantó más y Zatlan se quedó en la caseta. La Roja tomó el mando desde el inicio y Luis quiso meterle una marcha más al encuentro con la entrada de Cesc y Cazorla. El control del encuentro fue total, pero el gol no llegaba.
Intentos baldíos
Silva lo tuvo a placer, pero no quiso rematar con su pierna mala, la derecha, y perdió la ocasión. Luego fue Senna quien lo intentó con un zapatazo que se encontró con un gran Isaksson. Y Torres probó con un disparo raso que también acabó topándose con el meta sueco.
Entre medias nos dieron un susto en un balón colgado al área que tras tocar mal Svensson, Henrik Larsson no llegó por poco a rematar a puerta vacía. Pero habría sido demasiado injusto, así que la racanería mostrada por Suecia en la segunda mitad tuvo su castigo. Villa peleó un pelotazo de Capdevila desde la banda izquierda, Hensson se tragó el balón y el asturiano encaró a Isaksson. El Guaje, un poco escorado, demostró su condición de killer y tocó con suavidad para batir al meta sueco y provocar el delirio en las gradas del Nuevo Tívoli, con un intenso color rojigualda.
10/6/08 ESPAÑA-RUSIA
El príncipe de Asturias nos hace soñar
David Villa, el Príncipe de Asturias, con permiso de don Felipe, hace soñar a España. Llegábamos a esta Eurocopa sin la euforia habitual, pero el 'Guaje' se ha encargado de insuflarnos una buena dosis de optimismo con su 'hat trick' ante Rusia. Goles de todos los colores y la pareja que forma con Fernando Torres un detalle que nos invita a prepararnos para algo grande. Igual dentro de unos días estamos lamentándonos como siempre, pero lo cierto es que el caudal ofensivo que ofreció la Roja en Innsbruck anima al más incrédulo.
No fue todo un camino de rosas. Los desajustes defensivos provocaron más de un sobresalto en los corazones de nuestra nutrida representación de aficionados. No fueron fallos de Puyol y Marchena, que estuvieron inconmensurables en los equilibrios sin red, sino mala coordinación, en especial en la salida al fuera de juego. Ahí tiene trabajo Luis, todo el que le va a sobrar con su zona ofensiva.
El encuentro no empezó con buena pinta. Los rusos controlaban a placer y hasta llegaban con algo de peligro. Un mal despeje de Casillas y un disparo fuera de Shemsov nos ponían la piel de gallina. Sin embargo, Fernando Torres demostró por qué sólo Cristiano Ronaldo le ha superado como mejor futbolista de la Premier y peleó un balón perdido, se plantó ante Akinfeev, le tiró el amago y puso en bandeja el esférico a Villa para que el 'Guaje' empujara el balón a la red a puerta vacía.
Semak acaricia el empate
Rusia, gracias a nuestros desajustes, respondió de inmediato. Senna no acertó a despejar un balón que corría sin dueño dentro del área y Semak remató al palo con todo para marcar. Sin embargo, España ya había pasado la pájara y contestó con contundencia de la mano de Torres. El 'Niño' lo intentó en dos ocasiones: primero tocando por encima de Akinfeev al que se había adelantado en un desmarque y luego disparando desde la frontal para toparse con el meta ruso.
Eran los prolegómenos del segundo tanto. Iniesta montó una contra por el centro y se sacó de la chistera una asistencia que dejó a Villa ante Akinfeev. El 'killer' asturiano batió por bajo a Akinfeev y ponía los tres puntos al alcance de la mano. Con el partido casi en el bolsillo, los de Luis se iban al vestuario.
Cesc se reivindica
El regreso de los vestuarios no cambió mucho las cosas. Luis retiró a Torres y dio entrada a Cesc mientras los rusos se veían obligados a dominar para intentar recuperar el terreno perdido. Pero cuando peor lo pasábamos, Villa remató su gran tarde con el tercero. Cesc se reivindicó con un pase a la espaldas de la zaga, el asturiano entró en el área, sentó a su par y tiró al pie cambiado de Akinfeev, que tendrá pesadillas con el 'Guaje'.
Con el partido resuelto, carrusel de cambios, con debut oficial de Cazorla, y varias ocasiones desperdiciadas que dieron paso al gol del honor ruso a la salida de un córner, en el que Pavlyuchenko cabeceó a placer. El tanto afeaba la goleada española, así que Cesc, empeñado en demostrar su condición de crack también con la Roja, machacó de cabeza un rechace de Akinfeev a remate de Xavi. Era la culminación de una gran tarde y, esperemos, el inicio de una gran Eurocopa. El próximo capítulo, este sábado.
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